Hay obras que NO deberían habitar las categorías habituales. Ni experimentales, ni folclóricos, ni conceptuales. Tampoco electrónicos. Discos que no pueden leerse con la misma lupa que usamos para clasificar novedades. 'Los Thuthanaka' no es un artefacto de fusión ni una anomalía poscolonial bienintencionada. Lo que hacen los hermanos de California Chuquimamani-Condori (también Elysia Crampton Chuquimia) y Joshua Chuquimia Crampton tampoco es reinterpretar el folklore, ni preservarlo, ni modernizarlo.

Llamamos folklore aumentado a una práctica que activa lo ancestral desde los lenguajes rotos del presente: error, saturación, desmembración, fragmentación sampleo, distorsión, ruido ceremonial. No se trata de fusión, sino de insistencia. Una insistencia que opera sobre los restos: los de una memoria sonora interrumpida por la colonización, los de un cuerpo queer no legible por el archivo, los de una escucha aún por construir.

Los Thuthanaka no recuperan un origen ni actualizan una tradición. Lo que hacen es colapsar la distancia entre el mito y la muestra. Volver opaco el folklore. Deformarlo hasta que su vibración pueda volver a ser política. Y producir, en ese proceso, algo que no puede explicarse del todo pero que se sostiene: una escucha situada, indisciplinada e incluso bastarda.

Folklore aumentado y archivo bastardo

El punto de partida es el ritmo. El huayño, la kullawada, el caporal: no como citas o capas reconocibles, sino como estructuras de insistencia que articulan otros modos de tiempo y de pertenencia. En lugar de preservar la forma tradicional, Los Thuthanaka la someten a un proceso de aumento. Aumento no como suma, sino como dilatación: de sus texturas, de su densidad afectiva, de su alcance histórico.

Lo que emerge no es una superposición entre tradición y electrónica, sino una transferencia. Hay elementos de música digital (samples, loops, distorsión, ruido, tags), pero no se comportan como adornos ni como filtros externos. Funcionan como agentes internos de activación. Cada huella tecnológica está al servicio de un modo de escucha que no busca síntesis, sino apertura.

Este uso del folklore como tecnología expandida no es casual. Forma parte de un gesto más amplio —presente ya en la obra de Crampton— que rechaza la noción del archivo como sistema cerrado. Aquí, el archivo se comporta como un cuerpo bastardo: impuro, modificado, en constante renegociación. La memoria no es lineal ni acumulativa: es vibratoria (algo que conecta irremediablemente, también, con el pensamiento oriental y sus diferencias fundamentales con respecto al occidental).

Tiempo Aymara y composición no-lineal

Una de las claves conceptuales (y estructurales) del álbum es su vínculo con la temporalidad Aymara, en la que el pasado está al frente y el futuro atrás. No es una metáfora poética. Es una estructura real de percepción y de orientación vital que se manifiesta en cómo suena (y cómo evoluciona) la música creada.

La estructura de los temas no responde a una progresión ni a una narrativa. Lo que escuchamos es una serie de desplazamientos, repeticiones, umbrales. En 'Parrandita Sariri Tunupa', por ejemplo, lo que parece un crecimiento acumulativo se revela como una rotación interna: lo que viene no reemplaza lo anterior, lo intensifica. En este sentido, Los Thuthanaka opera como una máquina de inversión temporal: lo que llega después no es lo nuevo, sino lo anterior en otro estado.

Esta forma de temporalidad no solo subvierte la estructura formal dominante en la música digital contemporánea, sino que cuestiona su modelo cultural: la idea de que lo valioso es lo que viene, lo último, lo más reciente. Aquí, lo anterior no es lo que se deja atrás: es lo que aún se está activando.

La geología marrón y la territorialidad sonora

Otra de las nociones más potentes que atraviesan el proyecto —ya formulada por Crampton en obras anteriores como American Drift— es la idea de lo marrón como geología. No como color de piel ni como categoría racial, sino como sedimentación histórica. Lo marrón como aquello que ha sido enterrado, desplazado, comprimido bajo el peso del progreso colonial. Y que, sin embargo, nada de eso ha conseguido impedir su persistente vibración.