Llevo tiempo queriendo escribir sobre SAULT. Quizá han pasado años. Pero algo me obligaba a dejarlo incompleto, a no querer finalizarlo. Quizá porque hacerlo implicaba traicionarlos. Romper el pacto de silencio que proponen. Porque ellos nunca han pedido atención. Nunca la han mendigado. Y sin embargo están ahí, como un rumor insistente que atraviesa y parpadea sobre la inmensa saturación de contenido musical irrelevante.
"Entender el silencio no como ausencia, sino como marco" me decía a mí mismo un día andando. SAULT siempre pareció una anomalía. Algún tipo de error en el que valía la pena creer; en mi caso personal: algo demasiado bueno para ser cierto. No estoy exagerando: la música de SAULT es lo más parecido a música que he podido escuchar recientemente; simplicidad, limpieza, estilo, dinamismo, mensaje y buen gusto. Y mitología, amplificada precisamente por ese silencio.
Durante años, su estrategia fue no aparecer (que no desaparecer): sin entrevistas, sin caras, sin actividad en redes, sin gira. Solo discos. Como si el ruido exterior no les correspondiera. Como si la música fuera suficiente. Como si ya cualquier artista no viviera de pequeños impactos, no viviera de single en single, de justificación pública en justificación pública.
SAULT hace algo casi escandaloso: música con tiempo dentro. No me refiero solo a la duración, al tempo, ni a la producción desenfadada pero meticulosa. Me refiero a una sensación más difícil de nombrar: esa especie de... sosiego. El pulso de alguien que no tiene que demostrar nada. Que no está intentando encajar. Que no tiene prisa por retenerte. Se nota en cómo dejan que los temas se desplieguen sin ansias de llegar a ninguna parte. En cómo una línea de bajo puede sostenerlo todo sin necesidad de adornos durante dos o tres minutos. En cómo la voz de Cleo Sol entra y sale con dulzura y demostrando que no necesita imponerse. En cómo un simple riff de guitarra puede devolvernos la fe.
Es un tiempo interior. Tiempo de escucha. Tiempo de maduración. Tiempo de silencio entre las notas. Tiempo para decidir qué se queda y qué se borra. Cada disco del grupo está atravesado por esa forma de atención, por esa paciencia en la composición, en la producción, en el fraseo. Nada está forzado.
Esa "cualidad" (por llamarlo de alguna forma) se entiende al conocer la estructura del colectivo: Cleo Sol en la voz, y su pareja, Inflo (Dean Josiah Cover), como prolífico productor e instrumentista principal. Es decir, no estamos ante un proyecto de estudio cualquiera, sino ante una colaboración íntima, sostenida en la convivencia, en la escucha mutua prolongada. En una manera casi artesanal de construir canciones desde adentro. El hecho de que sean pareja no es anécdota: es música que no necesita impresionar porque ya está hecha con convicción.
A eso se le suma una red de músicos de altísimo calibre que no aparecen para figurar, sino para sumar. El caso más evidente es el de Pino Palladino, probablemente el bajista más influyente del RnB contemporáneo. Su presencia aporta ese tipo de groove que no destaca, pero sostiene. Uno que sabe cuándo retirarse. Que no llena espacios si no se necesita. Y así todo: cada elemento está colocado con una mezcla muy poco común de sensibilidad y oficio.
Lo más admirable, quizá, es que esta música no parece estar en guerra con nada. No necesita justificar su sofisticación. No necesita explicarse a través de una narrativa, aunque siempre la haya. No suena como reacción a una época, aunque lo sea. Suena a alguien haciendo lo que sabe hacer, con el tiempo que necesita hacerlo. Y eso, hoy, es casi subversivo.
Escuchar a SAULT no es solo una experiencia estética. Es también una experiencia ética. En su negativa a acelerarse, a rellenar, a adaptarse, hay una forma de resistencia. Una forma de cuidado. Frente a una industria que ha confundido lo inmediato con lo relevante, ellos ofrecen otra cosa: una música que no se agota con la escucha, que no se deja poseer del todo, que guarda algo para después. Para quién es capaz o se permite volver.
"Anonimato" anti-memético...
Hay algo raro en desear el anonimato hoy. No porque sea difícil, sino porque va contra todo. Contra lo que nos enseñaron las plataformas, contra lo que exige la industria, contra lo que hemos terminado aceptando como natural: que mostrarse es existir. VISIBILIDAD. Que si no compartes, no está pasando. Que si nadie sabe quién eres, entonces: no eres.
SAULT lo lleva más allá de la postura. Porque ser silencioso también puede serlo. Aquí no hay ningún intento de generar misterio con fines comerciales. No hay campaña. No hay promesa de que algún día montarán una gran gira. No hay juego. Hay una negativa casi obstinada a participar del circuito del yo posmoderno. Y eso, en este momento de la historia, los convierte en algo muy poco frecuente: un proyecto que no se deja atrapar por el marco.
Pero lo que más me inquieta es que, al hacerlo, consiguen algo que los demás artistas persiguen sin descanso: aura. Justo porque no la buscan. Y entonces se cuela una duda incómoda: ¿y si la visibilidad constante no genera conexión, sino desgaste? ¿Y si el anonimato —en vez de restar— es lo que devuelve la atención a lo que importa? La mística de la que siempre hablo, y la que plataformas y canales sociales están obligando a devaluar.
Además, en un entorno donde todo tiende a convertirse en memética —por repetición, por formato, por necesidad de ser compartido y de circulación por pura supervivencia— SAULT no sólo ha conseguido mantenerse fuera de esa dinámica, sino proponer una condición casi antimemética. No porque lo oculten todo, sino porque no ofrecen puntos de enganche fácilmente explotables. No hay personaje, no hay narrativa, no hay estética replicable. Solo una forma inestable y resistente de presencia.
SAULT parece operar desde un lugar ajeno a esa economía de signos. Eso no los vuelve invisibles. Los vuelve inasimilables. En vez de amplificarse por contagio, como un buen meme, SAULT deja zonas mudas, fragmentos sin contexto, archivos que se esfuman. Y ahí, precisamente, está su gesto anti-memético: no en el silencio, sino en la falta de traducibilidad.
