Debería escribir más de Rap. Me lo recuerdo cada mañana, porque es con el Rap de fondo y de acompañante cuando han surgido algunos de mis mejores textos. Pero mi objetivo es ahora la cultura y sus cambios y debo ceñirme a esa señalización, aunque de vez en cuando pueda hacer alguna excepción periférica. Escribir ahora de Ergo Pro es una de ellas. Y lo voy a hacer tirando y recogiendo cable a la vez: intentar que el texto aporte un mínimo de radiografía del estado del Rap local y profundice en una obra que supera el notable como es 'Dolor En Efectivo'.

Voy a intentar ir primero desde arriba, y luego directamente abajo. Lo primero: a Ergo Pro le percibo, a nivel situacional, entre dos mundos muy claros que hoy conviven y representan el estado del Rap aquí, en el cerco peninsular. Se posa entre la fórmula domesticada (un tipo de Rap que ha sido neutralizado, institucionalizado o convertido en producto seguro, adaptado para entrar en festivales, radios, playlists o campañas de marca) y la evasión estética (artistas que, huyendo precisamente de esa domesticación, se refugian en una estética muy marcada o en lo críptico, apostando por lo atmosférico, lo que sugiere... abandonando en ocasiones la capacidad de narrar, de confrontar o de decir algo directamente).

En el primer sector tenemos, por ejemplo, a los polémicos Ayax y Prok, en los que todo tiene una estructura muy esperable. En el otro extremo está un perfil como el de Soto Asa: letras difusas o desarticuladas, más centradas en el mood que en el mensaje. Forma antes de contenido. En el centro, mi mente se desvía hacia los J Dose, Hoke o Cruz Cafuné: ninguno de estos exponentes está ni en el Rap clásico de barrio ni en el discurso totalmente decorativo y más pensado como lifestyle. Son discursos con genealogía, sí, pero emocionalmente digeribles; pueden ser introspectivos por momentos pero no del todo interpelativos.

En ese punto justo (entre el relato aprobado y las piezas mera y culturalmente decorativas,) con los dos polos y las bisagras identificadas, donde Ergo Pro gana singularidad: no es ni funcional ni institucional, y tampoco quiere ser "ni pureta ni reformista" (como él ya señaló una vez en una entrevista), y mucho menos se enfrasca en lo performativo o críptico. Ergo Pro es un cronista, algo que persigue desde sus inicios en el suroeste de Madrid, y hace ese trabajo como método de obligada expresión. Su apuesta es clara, directa, sin filtros ni envoltorios. Y no entraría en ese gráfico que os acabo de describir.

Covers de diferentes singles del álbum 'Dolor En Efectivo', diseñadas por @martavalledor.

Ficción controlada pero con mitología propia.

Cuando en 2020 lanzó 'Dogma', su primer álbum largo, a elPeródico les decía que habla "de una movida que es real. Al final el rap es una forma de dar voz a los que no la tienen. Por eso creo que no hay que mentir, exagerar, ni contar lo que no es". La ficción está muy controlada, aunque Robert, ahora ya atravesando la treintena, se permita de vez en cuando alimentar alter-egos como el de Bobby Nigeria (Bobby es como le llaman en su barrio, San Cristóbal de los Ángeles, en el distrito de Villaverde, al sur de Madrid; y Nigeria por su ascendencia nigeriana).

Aunque maticemos un poco: quizá la ficción intenta mantenerse bajo control pero Ergo está desde su primer EP construyendo su propia mitología: gran parte de su volumen discográfico tiene un argumento transversal y es el no haber tenido prácticamente referentes negros en el Rap local. Aquí cabe destacar la diferencia entre referente e influencia; recordemos que Ergo lanzó su primer EP, 'Bone Fortuna' (2018), con un estilo de portada inspirado en el estilo Pen & Pixel Graphics Inc., con detalles que apuntaban tanto a Boardwalk Empire como a Method Man, Tommy Wright III o Kevin Smith. Incluso en aquel momento, Ergo ya exclamaba su desacuerdo explícito con los abusos político-militares de Israel sobre Palestina.