"Consumir videos cortos del estilo de TikTok o Reels degrada el cerebro cinco veces más que beber alcohol". La noticia, aunque sensacionalista, es un fantástico punto de partida para abordar una de las mayores epidemias de nuestro tiempo: el "hot take". Hablo de la moneda más estable dentro del ecosistema cultural, aquella que instrumentaliza un síndrome que ya toqué anteriormente: el del "analista cultural". O como lo llama Nikita Walia, el "oráculo de TikTok".
¿Quién no se ha zampado sin pensar varios vídeos seguidos de @internet.anthropology? ¿Quién no observa a diario titulares que rezan "WELCOME TO THE…" o "THE END OF…"? ¿Quién no ha visto un patrón claro en los movimientos corporales de Eugene Healey al recitar sus teorías? Normalmente, cada uno de estos documentos anuncia el inicio o el fin de alguna era, o como mínimo revela algún "cambio drástico" del que debemos estar al tanto. Entre la estirpe youtuber ocurre algo parecido, pero allí se tacha simplemente de "contenido clickbaitero" y se usan confirmaciones dopamínicas como "ESTO LO CAMBIA TODO" o "GAME CHANGER".
La lógica de las plataformas premia la certidumbre por encima de cualquier contraste, recompensa la seguridad/dramatismo con la que alguien enuncia una teoría, incluso si es frágil o superficial, y se penaliza la vacilación. Esto genera una tremenda corriente absolutista donde la duda es un lastre y el matiz algo insoportable. Lo que entendíamos por "crítica" (método para dar autoridad y legitimidad a una opinión), ha sido inhibido por nuestra descontextualización crónica en el entorno digital: ya no es capaz de atravesar ni generar cambio, ya que flota en una inmensa inflación de "opiniones".
Pero virtualmente, no es que haya desaparecido. Al contrario: toma la forma de una afirmación contundente, breve y empaquetada que puede consumirse en 2 minutos.

El espíritu del "hot take"
El "hot take" busca el impacto inmediato. Y muchos "hot takes" dan como resultado un espectáculo de certezas donde la densidad se sacrifica en nombre de la velocidad, la compresión y la viralidad. Si viéramos todos los vídeos de @antoniogaryjr juntos, tendríamos un archivo infinito de opiniones muy intensas que agotan más de lo que transforman.