Callao fue el escenario de la forma más contemporánea de "lo religioso". Miles de cuerpos (de 8 a 10k, concretamente) movilizados no por una causa; por una simple presencia. Una aparición. Rosalía, después de algunos adelantos, easter eggs, señales y mensajes subliminales, fabricó un reveal a su medida para destapar la portada y naturaleza estética de su próximo álbum, 'LUX'.

La escena, que colapsó el centro de la ciudad durante unas horas y está siendo evaluada por posibles infracciones, tuvo esta secuencia: un llamamiento a través de redes sociales, traslado a bordo de un Nissan Skyline GT-R R33, un pasacalles con aspecto improvisado y una bajada desde los cielos para pisar tierra firme y juntarse con la muchedumbre. Si los acontecimientos fueron intencionados o improvisados, es lo de menos.

Aunque rozando el absurdo, esta "activación de marca" tiene algo de sentido si la entendemos dentro de una tendencia más amplia: la re-sacralización del Pop. En un momento en que los partidos políticos ya no convocan ni las causas consiguen sostener el entusiasmo (con excepciones, obviamente), el espectáculo ocupa el lugar de la fe. Dicho de otro modo: la energía político-social que, en parte, debería pertenecer al mundo común, se canaliza hacia la gratificación parasocial.

La sociedad, sumida en esa desafección e impotencia, ha interiorizado la idea de que las estructuras políticas son inamovibles, que el cambio (o el consenso que podría acercarnos a él) es imposible, y esa frustración se desplaza hacia espacios donde la acción produce una respuesta inmediata. Deportes, veladas o cultos desproporcionados a la celebridad.

Gráficos extraídos de la pieza original de Daniel Parris.

Una larga estela de "despolitización" Pop...

Según un estudio reciente de Daniel Parris, las letras políticas en la música popular alcanzaron su punto máximo entre 1964 y 1979 y han caído más del 50% desde entonces. El Pop actual (el género más escuchado) es también el menos político, con solo un 0,49% de densidad ideológica. Según el propio Parris, cuando las lyrics dejaron de ser políticas, la industria aprendió a compensar el vacío con intensidad.

En la era de la espectacularización, parece ser que el contenido emocional ha reemplazado al contenido ideológico. La consolidación de las grandes majors en los 90, la concentración corporativa de los medios, el modelo de negocio del streaming, la hiperexposición de las figuras públicas y el espíritu de la globalización fijaron un modelo de Pop que debía ser "universalmente digerible": sin conflicto, sin matices, sin riesgo de división. Traspasar fronteras sin fricciones.