En un fragmento de una entrevista a Chris Anokute, el ejecutivo musical enfatiza: "You think it’s a deal. But to them, you’re a write-off." El discurso de Anokute apunta directamente al fondo de una cuestión incómoda (aunque tremendamente coherente): la mayoría de los contratos editoriales en la industria musical responden a una estrategia de deducción de impuestos.

Anokute va más allá y lo expresa con sinceridad: "el 90% de los contratos de las majors se consuman sabiendo que van a fracasar". Esto recuerda directamente a la lógica de los fondos de inversión o private equity: invierto en 20 startups, sabiendo que una o dos de mi portfolio darán suficientes beneficios para cubrir los otros varapalos. El artista pasa a ser un gasto deducible y las grandes discográficas (UMG, Warner, Sony) ya no se pueden considerar entidades curatoriales,

Son fondos de inversión diversificados, con un modelo de negocio que se construye a partir de una cartera de activos (como los llamados hedge funds): se firman decenas de artistas sabiendo que la mayoría no recuperará su inversión, pero esas pérdidas en rojo son pérdidas estratégicas que favorecerán después al balance anual. La música pasa a ser un subproducto contable.

Y el cinismo, o la ironía, o el realismo contable, es cercano a la perfección: cada artista nuevo firmado es parte no voluntaria de un mecanismo que transforma pérdidas en ventajas fiscales y que a su vez alimenta compras posteriores, más grandes y más seguras. Activos más estables: catálogos antiguos, licencias para sync, etc.

Merck Mercuriadis.

El futuro no renta, lo que sí renta es controlar la nostalgia...

Las nuevas generaciones se asombran cuando esta conversación aparece sobre la mesa, como si no fuera con ellos. Como si fuera imposible; "venga, pero si estoy todo el día acribillado por música nueva y ni sé quienes son los Rolling Stones" me dijo un oyente de menos de 20 años una vez. Es un sesgo cognitivo muy común, ya que es cierto que las estadísticas dicen que cada vez hay más artistas emergentes (así como la incesante sobrecarga de "novedades"), pero eso no quiere decir que su música sea más rentable ni tenga más volumen de escuchas o recorrido en esta gran infraestructura.