Llevo ya varios años escribiendo piezas sobre la erosión de la "creatividad" en el entorno digital y sus cambios de metabolismo inducidos por el capitalismo de plataformas, pero tras el anuncio de estas dos grandes empresas y, en concreto, los planes de Mark Zuckerberg, he decidido recopilar gran parte de mis reflexiones en un compendio tan apocalíptico como, creo, necesario.

¿Por qué uno aquí apocalíptico y necesario? Bueno, creo que las versiones blandas de la realidad a la que nos enfrentamos a nivel tecno-optimista han hecho mucho daño en el usuario raso: camuflan con su esperanza intuiciones perversas que todos hemos visto se van confirmando con el tiempo. ¿Cuáles? El mejor ejemplo: este tipo de plataformas no buscan que todo el mundo sea creativo o se pueda ganar la vida con ello, sino retener el máximo tiempo posible a cuantos más sujetos posibles dentro de sus entornos. Hasta lo que entendemos por "disrupción" (cuando hay una disrupción real, el resultado es la expulsión, la prohibición de visibilidad).

Ante este ejercicio, muchos me tacharán de pesimista, o directamente de fomentar el doomerism. Pero os planteo una cosa: si Infinite Creative acabará actuando de corrosivo estructural para todo tipo de acto creativo en el marco digital es una suposición similar a la de si todo el mundo usara ChatGPT para escribir sus correos electrónicos. Ejem.

Puede que ahora esto sea únicamente un servicio para ahorrar tiempo a pequeños anunciantes, pero una vez se consolide dentro de ese marco, el paso a generar el contenido a influencers será igualmente rápido y coherente. Una vez allí, el paso a usuarios corrientes será igual de cómodo. ¿O es que existe alguna diferencia hoy en día entre marca y marca personal? Y voy más allá: ¿Acaso hay algún contenido dentro de estas plataformas que no sea creado con propósitos comerciales?

Como casi siempre en estos casos, ordeno el contenido por bloques: ( 1 ←) uno de crisis existencial sobre el presente (→ 2 ←), uno de regresión a los momentos clave para entender cómo hemos llegado hasta aquí y (→ 3 ←) uno final que pretende divisar posibles futuros frente a estas cuestiones. Insisto: es necesario que este ejercicio se tome como lo que es, un ejercicio puramente especulativo. Estoy intentando imaginar un futuro no únicamente como advertencia, sino como método para entender el contexto en el que todo esto sería plenamente viable. Si luego no se formula así, ganaremos todos y cada uno de nosotros.

Infinite Creative es como el Ozempic simbólico de la economía cultural, una solución farmacológica a la “obesidad creativa” (o más bien, a su supuesta ineficiencia)...

Tras el "¿Y ahora qué?" o el "¿Cómo ha ocurrido todo esto"?, llega el "¿Hacia dónde nos dirigimos?". Esta última pregunta es la más fácil de responder, porque está todo por imaginar, pero también la más dolorosa, pesimista y larga de las tres (si es que se puede ser más cenizo aún hahah). Antes de nada, pensad una cosa: en este momento, ya hay cientos de miles de personas usando modelos LLM para "crear" contenido a escala básica y profesional, tanto en grandes proporciones como en cantidades más escasas. Basta darse una vuelta por LinkedIn para observar el mismo tipo de publicación una y otra vez; el mismo formato de sentencias cortas, la retórica del "no es esto, es aquello otro" y abordando insights o curiosidades. Es como observar a la misma entidad crear contenido con identidades distintas.

¿Lo más inquietante? Que nadie parece importarle. Ni a los que "crean" ni a los que "consumen". Al prosumer no le importa, vaya. Salvo la gente como yo, que expresan su opinión una vez detectan estos síntomas o patrones, se percibe una queja individual o colectiva tirando a raquítica. ¿Por qué? Porque el framework que actúa de "aglutinador" fomenta, como hemos explicado, el rendimiento por encima de la creación. La frecuencia es más importante que el propio contenido. Y los que miran, oyen, pasan por ahí ya tienen suficiente con digerir los titulares que les atraviesan a diario. ¿Qué es lo que nos está condenando realmente entonces? La comodidad. La eficiencia. La necesidad de ser vistos todo el rato. La necesidad de no desaparecer en este sistema en el que sólo cuenta eso, el volumen (véase aquí como la cantidad).

(3) ¿Y ahora qué? ¿Cultura como Compost?...

Hay algo que, me temo, no cambiará con ninguna nueva revolución o tecnología, y es que no hay reinicio sin descomposición previa. Tras décadas de aceleración cultural disfrazada de progreso, la cultura empieza a oler a tierra removida. A barro. A aguas sucias. No es que vayamos a volver a lo analógico, que siempre quedará como refugio (eso no cambiará), sino de una metamorfosis lenta y (también) necesaria: es la de la cultura exhausta por su propia hiperinflación simbólica, que comenzará a reciclar sus propios restos. La teoría de la Cultura como Compost ha sido insinuada y parafraseada ya en algunos círculos anglo de perfil burgués-académico (como aquí, o aquí después) bajo la premisa de que estamos en un momento de atrofia y posterior regeneración. Lo primordial, al margen de la propia idea especulativa, es el derribo de cualquier promesa futurista a partir de ella. Otros incluso se permiten ir más allá e imaginar el después: aquello de resalvajizar Internet y resignificar el exceso acumulado.

Conviene advertir que el SLOP, el fenómeno, está también presente en otro "apocalipsis": el Apocalipsis Semántico, que ya traté en esta pieza y que forma parte del mismo proceso. Mientras el Apocalipsis Semántico destruirá la comprensión del mundo, el creativo diseccionado en esta serie puede destruir la producción simbólica.

La idea de Cultura como Compost implica asumir el fracaso del modelo de la dialéctica lineal del progreso tecnológico. A partir de ahí no habrá una línea recta hacia el mañana, sino una espiral de residuos. Es decir, estamos viviendo un proceso de descomposición. Al igual que el compost, se trata de una mezcla de restos, SLOP, burnout digital, Brain rot content y ruinas simbólicas que, sin embargo, fertilizará futuros más lentos, más humanos y menos espectaculares.

¿Regresará de entre el abono lo que entendemos como "cultura"?

Esta idea es probablamente la más potente alrededor del fenómenos del SLOPtimismo, una forma de alborozo algo forzado que percibe que habrá beneficios a largo plazo después de este "colapso". También, esta teoría, es percibida como una forma de aceleracionismo cultural, revelando en su sólo nombramiento algo de ilusión donde sólo podría caber pesimismo y preparación para esa especie de paralización que todos vemos venir. Preguntas: ¿Y si todo lo que estamos haciendo es digerir el pasado? ¿No es esa sensación persistente de que no se crea nada nuevo parte de un proceso de fermentación? ¿Y si todos estos residuos fértiles desembocarán en una nueva alternativa a la "cultura"?